martes, 31 de enero de 2012

Llueve...

Llueve, muy fuerte, lo veo desde mi ventana, llueve y no solo lo hace afuera, también llueve dentro, llueve porque tu recuerdo vive abrazado a mí.

Las gotas escurren por el vidrio de mi ventana, a través de ese cristal puedo ver a la gente correr para buscar un lugar en donde no puedan mojarse, tal cuál como mis pensamientos corren a refugiarse para no ser alcanzados por las bellas imágenes de tu recuerdo.

Las nubes grises cubren el cielo, así también lo hace el tiempo y sus segundos que me cubren a cada momento con ese pensamiento tan propio de tu recuerdo, lo hacen creando un paisaje hermoso, pero a la vez cautivante.

Ese recuerdo tuyo se convierte en una tormenta, a pesar de que es poco el tiempo sin verte, las imágenes de tu bello ser me inundan como si fueran las gotas que caen desde el cielo.

Esta lluvia que trae a mí esos aromas que me roban el pensamiento, que lo llevan hasta ti, ese olor a tierra mojada tan peculiar y embriagante que es el marco perfecto para ese beso apasionado justo debajo de la lluvia, tan solo comparable con el tan especial y mágico perfume de tu ser.

Así la lluvia trajo hasta mí tu recuerdo, que sin dejar de ser triste por no estar a tu lado, lo trajo hasta mí para hacerme pasar esta tarde lluviosa al menos con algo que abrazar, con algo que amar, aunque sea solo ese bello mirar rondando por mi mente, acompañado de las notas que sueles tocar.

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