jueves, 28 de abril de 2016

Y sigo...

Suaves susurros de tu boca son las nubes,
pávidas, solemnes, sinceras;
quebrantos de tus sueños que se disparan,
vuelan sobre mi cabeza y pincelan mi cielo.

Sonrisas fugaces y eternas; 
corazones mitigantes;
preludios de pasión;
ojos lindos y encendidos.

Eres la ilusión,
aquella que me trae uniendo retazos,
conjugando versos sobre tus caderas;
sonriéndole al destino cuando te pienso.

Y luego como una coincidencia te cruzas,
con aquél rostro angelical y tu alma de niña,
con esa figura de diosa;
virtud de fusionar la ternura y la pasión,
el deseo y el más profundo respeto.

Eres tú, esa sonrisa que se esconde en la inocencia;
de aquella sensualidad innata en tu cuerpo de mujer;
de aquella pasión con la que velas tus sueños;
de aquel amor que escondo en mi pecho.

Y sigo bocetando en letras tu figura de mujer, tu rostro de niña,
tu sonrisa perfecta, tu voz tierna.

Y sigo... 

jueves, 21 de abril de 2016

Otra vez...

En el silencio distingo tu voz;
será la calma o mi necesidad de ti,
de tu cuerpo tibio abrazándome,
de tus labios dulces dándome de beber,
de tu deseo.

Será que te alucino mientras fumo;
dentro del humo descubro tu silueta,
tus cóncavos espacios,
tus perfectas curvas imperfectas;
tu desazón al amar.

No sé que hago frente a ti, otra vez,
en esta epifanía brutal de tus pechos,
de tu boca carmesí encendida como una brasa,
soñando en mis letras;
alentándome de nuevo en la bohemia,
soñandome trovador y poeta.

Escribiéndote de nuevo,
pintándote a versos sobre la hoja blanca,
desprendiéndote de mi mente con trago en mano;
de este sentimiento eterno que aborrezco,
que amo.

Será simplemente el masoquismo,
aquél de amarte y no decirlo;
de saberte en otros brazos,
de ilusionarme mientras no estás.

Escribiendo imposibles desde la razón;
escudriñando las razones, los motivos,
las misivas en blanco que dejaste;
aquél labial con el que no me besaste.

Y aquí estoy, escuchando tu voz,
en silencio, en calma, en paz;
Una realidad alterada donde no estás, 
y sin embargo te siento.

Maldita sea. Otra vez. 

martes, 12 de abril de 2016

Conjugados.

Fuimos, fuiste, fui;
esa historia condenada a no ser;
una pasión inmersa en tus muslos dorados;
poder y licencia;
sabor y sonrisas.

Fuimos ese cuento de Beethoven,
ese poema de Hawkins,
la sinfonía de Nietzsche;
esa maldición de lo que no es.

Fuiste la presencia bendita;
suave angel de la muerte,
escalera al cielo que me inunda el alma;
muslos firmes y pechos serenos;
sonrisas de cristal y orgasmos supremos;
fuiste mi especial emoción.

Fui, poco a poco;
sonriendo roto mientras me dices adiós;
el hombre más fuerte que te amó;
la sonrisa de complicidad después del amar;
el humo subiendo por tus caderas;
fui, así sin ser.

Fuimos, fuiste y fui...
La historia de un amor conjugado

viernes, 1 de abril de 2016

Fénix

Hay algo roto en mí,
en mis letras que no fluyen;
en mi mirada perdida; 
en fin, algo roto en mí.

El espejo me miente, 
trato de esbozarle una sonrisa;
el maldito me la responde,
trato de encontrar quien soy.

Después de todo el estar roto no es malo
-me digo intentando convencerme-
el whisky y el cigarro saben igual.

El humo se usa para disipar las ansiedades,
el alcohol, supongo, para resquebrajar las penas;
el resultado es una soledad que te busca reparar el alma.

Es por eso que hoy escribo con el ego lastimado,
con las heridas abiertas y respirando por ellas;
buscando surcir mis llagas en letras, en humo o alcohol.

Descubriéndome a través de las heridas,
renaciendo de las cenizas, 
levantándome desde las ruinas.