lunes, 30 de julio de 2018

Pedacitos de ti

Me complemento con pedazos de ti;
aquellos vestigios que recolecto a diario,
que te nombran a cada instante,
que me miran y te recuerdan,
con todos esos detalles de ti.

Me formo con tus besos,
aquellos vórtices en los que amo caer,
con la dulce miel que tienes en la boca;
con esa palabra precisa,
con tu silencio inmaculado.

Me inicio en tus manos,
aquellas estancias de mi ser,
artífices de mi deseo,
de tu forma de curarme,
de amarme y desarmarme,
con esa sutileza que tienes al tocarme,
con tu suavidad.

Me complemento con piezas de ti,
de tu hermoso ser,
de tus ojos como soles,
de tu sonrisa que ilumina,
de tu vientre que me llama,
de tus piernas largas y fuertes,
de tus silencios y palabras.

Me convierto en una extensión de ti,
soy yo a través de tus ojos,
de tu boca, de tus manías,
soy yo a través de ti;
estoy hecho con pedacitos de ti.

lunes, 23 de julio de 2018

Tal vez solo sea la soledad...

Hay días en que la soledad te nombra,
me seduce, maldita;
me irrita y me convence,
te clama, aquí junto a mí.

Es ese celo diferente,
esta manía de imaginarme contigo,
de no poder,
de imaginarte desnuda ante mí,
de quererte besar,
de acariciar cada palmo de tu piel,
de tocarte como tú lo mereces.

Esa maldita soledad que me recuerda tu nombre,
justo cuando comienzo a olvidarte,
cuando el deseo comienza a irse,
cuando las olas rompen,
el momento en que el tiempo se detiene,
encontrándote de nuevo.

Tal vez solo sea la soledad,
queriendo quitarle el lugar a este amor loco,
este que te clama llorando,
que te pide a gritos,
este que para ti, pasa a segundo plano.

Tal vez sea la experiencia bendita,
esa de tenerte en mis manos,
de tu roce cálido y voraz,
de tu mano enlazada en la mía,
de ese deseo que tengo ante ti,
de mis letras pidiéndote,
de la angustia por no poder,
de esta historia prohibida,
de este amor que no termina por nacer,
de ti, de mí,
de un nosotros cada vez más lejano,
de tu párvula boca,
de tu silueta precisa,
de tus besos y de mí.

Tal vez solo sea la soledad...

martes, 17 de julio de 2018

A veces...

A veces, cuando te miro pienso en besarte,
cuando me miras es como si lo hicieras,
con aquellos ojos avellana clavados en mí,
atacándome, envolviéndome, susurrándome.

A veces, cuando te miro se me hace agua la boca,
cuando tú lo haces, se me hace agua la mente;
explotas mis sentidos,
enervas mi alma,
me posees.

A veces, cuando te miro, ya no hago más que pensarte,
cuando tú me miras, sé que me piensas tú;
a veces no hago más que llamarte,
nombrándote en silencio hasta que aparezcas.

A veces, tan solo te miro,
a veces, solo me miras,
a veces, ese detalle crea galaxias,
destruye universos,
susurra historias,
canta himnos,
a veces, tan solo con mirarte nace este deseo,
a veces, cuando me miras, sé que puedo esperarte,
a veces, solo me da por mirarte.

miércoles, 11 de julio de 2018

Ojos del primer día...

Hubo algo en tus ojos el primer día que te vi,
no sé si era ternura, si era deseo, rabia o tan solo fe;
recuerdo haberlos visto de lejos,
imaginando en qué pensabas,
sonriendo hacía dentro para que no se notara,
ingenuo.

Recuerdo esa magia que sentí,
aquél chispazo que desató mi hoguera,
esa brasa de cariño sincero,
de deseo descomunal,
de fe y de confianza.

Ese primer día,
con aquella timidez que niegas,
con la sensualidad que no te atreves a aceptar,
con el fugaz toque de tu mejilla al saludarnos,
aquél día que comenzó todo.

Aún recuerdo tus miradas discretas,
o la forma en la que te escondías,
fingía no darme cuenta,
amaba sentir que me mirabas.

Y así, descubrí el misterio de tus ojos,
aquél que no logro explicar,
el reto, el misterio y el secreto,
de la mirada más linda que pude encontrar.

miércoles, 4 de julio de 2018

Atemporal...

Había días en que pasabas por mi mente,
que solías ser mi alegría,
en los que todo se centraba en ti,
aquellos en los que me enamorabas.

Había días en que me enfurecías,
que tu manía por sacar lo peor ganaba,
en los que comenzaba a odiarte,
aquellos en los que entendía que no.

Había también días tristes,
aquellos en los que te ibas,
en los que tu frialdad triunfaba,
que en verdad me destrozabas.

Había días en los que sufría,
por ese tipo de amor que sabes dar,
que tus desdenes reinaban,
en los que la soledad regresaba.

Había días en los que de verdad gozaba,
que tu deseo y mis ganas se juntaban,
que tu sensualidad se adueñaba de todo,
que de verdad te deseaba.

Hoy te escribo en pasado,
pensando en el presente,
en que te amo,
en que a veces sufro,
en que me entristezco,
en los que enfurezco,
en los que, de verdad, te deseo.

Hoy te escribo enamorado,
como de verdad se vive un amor,
loco, apasionado y sin ataduras,
entregado y sin pensarse;
escrito en pasado, vivido en presente,
soñado en futuro.