domingo, 30 de abril de 2017

Somos

Somos dos recuerdos que juegan a olvidarse;
dos almas que se quisieron y hoy se alejan,
dos pequeños que jugaron y hoy se despiden;
somos dos amantes improvisados,
esos que no supieron amarse,
esos que no quisieron quererse,
a los que les dio miedo lastimarse.

Somos dos flamas en la misma hoguera;

de esas que no se tocan,
de esas que están a la orilla de la chimenea;
somos dos madroños que no florecen;
dos cerezos que se secan en primavera;
dos inviernos juntos.

Somos esa contradicción de luchar y no luchar;

somos la pareja perfecta en el momento incorrecto;
somos las letras de Sabina,
los poemas de Sabines,
los sabores del tequila,
el olor a tabaco
y tu moka blanco.

Somos una historia que se niega a irse,

pero que ya va muy lejos;
somos ese cuento que se niega a terminar,
pero que desde hace mucho tiene un final;
somos dos tercos jugando a no hacerse daño,
a no lastimarnos,
sin pensar que hacemos más profunda la herida.

Somos, sin serlo y sin que en algún momento lo seamos...

domingo, 23 de abril de 2017

Magia

Cuando te miro te conviertes en magia,
a veces en un encanto,
un dulce hechizo que me acerca a ti,
que me cubre y me protege,
que me hace levitar,
que me transporta a tu lado,
que me vuelve tuyo;
otras, eres más como un maleficio,
uno que me aleja de ti,
que me envenena y me esconde,
un conjuro que me deprime,
que evita que estemos juntos, 
que te lleva de mi lado.

Al final, te miro y eres magia,
con esos ojos tan tiernos,
con tu genio infernal,
con tus suaves y delicadas manos,
con tu sonrisa traviesa,
con tu mirada de mujer,
con tu cuerpo de diosa; 
con esa magia tan tuya al poderte mirar. 

domingo, 16 de abril de 2017

Las cosas que pasan...

Y al final, uno deja que las cosas pasen,
como trenes, como aves, como un susurro;
porque así lo piensas,
dejas escapar las palabras incorrectas,
te apropias del momento impreciso,
de las cabañuelas frías,
del silencio aterrador,
de tus palabras vorágines, impías.

Y al final la etiqueta le ganó al sentimiento,
ese que se desbordaba en uno
y se callaba en otro;
ese que nunca se conjuró,
que vivía a través de un hechizo.

Las palabras fueron dardos,
el ímpetu se trasladó;
como las cenizas de los hielos derretidos,
como los vuelos de las alas rotas,
como el reclamo injustificado,
como la desconfianza sin razón,
como el extremo del hilo rojo que tira del otro;
así se fueron sintiendo las heridas,
una costura más a este desvencijado corazón;
a esta soledad bravía que no se rompe,
que se crece ante el castigo,
que lucha y se entrega con pasión,
otra vez.

Y así, me quedo con las palabras en la boca,
con mi libro en tu biblioteca,
con mi corazón lleno,
con el alma vacía,
y al final, uno deja pasar las cosas... 

martes, 11 de abril de 2017

Y sin embargo, sin ti, contigo...

Otra vez la luz se cuela sobre mí,
sobre tu silueta tan sagaz y liviana,
sobre tus pechos desnudos entre el haz de luz,
sobre mi deseo y mis ganas.

Dibuja tenuemente tu bello cuerpo para mí,
en esta soledad compartida,
en esta noche solo para los dos;
con el frío helándonos el alma,
con la pasión derritiendo el misterio,
descubriendo los senderos de tu piel.

Es tu bonhomía brutal la que me complace,
con mi resiliencia ante tus embates,
con esta melancolía monda y pura que nace de ti,
con tus ademanes de diva.

Y ahí sigo, fingiendo amarte,
tal cual como finges quererme,
con la compasión de un nosotros que no existe,
que se difumina mientras recorremos la cama;
con la luminiscencia de tu ser desnudo;
mientras yo sigo con la nefelibata idea de amarte,
detrás de esa voz meliflua, elocuente;
aquella que te dice que te quiere,
que obtiene de respuesta el silencio.

Tal vez, así se aman los ángeles,
con los silencios,
con esa efervescencia en la sangre,
con la dulce ataraixa,
con el olvido que nos alcanza;
así sigo destilando dopaminas,
con esa limerencia hacía ti.

Detrás de esta epifanía solo están mis letras,
el corazón desnudo de alguien que escribe,
de la tinta en las venas,
del dolor y el amor en carne viva,
de la levedad del ser;
de quererte sin quererlo;
de está sensación efímera,
de tu piel sobre mi piel,
de tus tibios muslos,
de tu boca de chocolate,
de tu idea de no herir,
de tus acciones de destrucción;
de mí y de ti,
no juntos,
no a veces,
no siempre; 
de un nosotros lejano,
de una soledad que me guiña,
de mi deseo sobre ti,
de mi calor esperándote
y sin embargo sin ti, contigo... 

miércoles, 5 de abril de 2017

Diosa y mujer

Me miras a través de tus pupilas,
con esa sencillez que te ha regalado la vida,
sonríes mientras te miro convertirte en mortal,
descubriendo esos escapes de tu ser divino.

Y así descubrí tu ser etéreo,
ese que se escondía en tu frialdad;
aquél que fue descubierto por el amor;
que huía en esa celeridad de tus defensas,
de esa manía de no querer amar,
de tu negación a ser querida.

Te descubrí diosa y etérea,
con tus mejillas rosadas,
con tu sonrisa perfecta,
con tus latidos suaves y tenues,
con tus labios de chocolate blanco,
con tus pechos perfectos,
con tu pudor invadiéndote,
con tu deseo mirándome.

Te miro divina y mortal,
con esa ambivalencia perfecta;
con el peso específico para ladear mi balanza,
para inclinarme al lado del corazón;
para permitirme saberte diosa,
para dejarme amarte como igual,
para sucumbir ante ti,
para volver a creer,
para vivir de nuevo.

Te descubrí como una diosa y sucumbí ante ti,
ante tus encantos y tus sueños,
ante tus labios carmesí,
ante tu seguridad intacta,
ante tu ego intratable.

Te encontré humana y me enamoré de ti,
de tus errores y tus manías,
de tus caprichos y tus rabietas,
de la forma en que luchas y peleas,
de tus lágrimas y tu dolor.

Te encontré diosa y te adoré;
te miré etérea y te amé...

sábado, 1 de abril de 2017

Podría...

Podría pasar las noches pensando en ti,
en la dulce forma que tienes de mirarme,
en esa sonrisa perfecta y sincera,
en la sutil sensación de paz cuando te veo.

Podría pensar en ti todo el día,
en el sabor de tus labios,
en el color de tus hermosos ojos,
en esa manía que tienes de mover tu cabello,
en la saciedad de mi deseo en tu boca,
de tus abrazos esporádicos y sorpresivos,
en nuestros cafés,
en tu sabor a chocolate blanco,
en mis dramas existenciales.

Podría pasarme la vida pensando en ti,
sonriéndome a cada mañana;
en ti, diciéndome que vuelva,
en cuando me descubriste pecador,
en cuando me disolviste las culpas,
en la forma perfecta de tu pensar,
en tus dramas de niña,
en tus sueños de diosa,
en tus logros de reina,
en tus deseos de mujer.

Podría pasarme la vida pensando en ti,
pero entonces, ya qué haría...