domingo, 16 de abril de 2017

Las cosas que pasan...

Y al final, uno deja que las cosas pasen,
como trenes, como aves, como un susurro;
porque así lo piensas,
dejas escapar las palabras incorrectas,
te apropias del momento impreciso,
de las cabañuelas frías,
del silencio aterrador,
de tus palabras vorágines, impías.

Y al final la etiqueta le ganó al sentimiento,
ese que se desbordaba en uno
y se callaba en otro;
ese que nunca se conjuró,
que vivía a través de un hechizo.

Las palabras fueron dardos,
el ímpetu se trasladó;
como las cenizas de los hielos derretidos,
como los vuelos de las alas rotas,
como el reclamo injustificado,
como la desconfianza sin razón,
como el extremo del hilo rojo que tira del otro;
así se fueron sintiendo las heridas,
una costura más a este desvencijado corazón;
a esta soledad bravía que no se rompe,
que se crece ante el castigo,
que lucha y se entrega con pasión,
otra vez.

Y así, me quedo con las palabras en la boca,
con mi libro en tu biblioteca,
con mi corazón lleno,
con el alma vacía,
y al final, uno deja pasar las cosas... 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario