Quisiera...

A veces quiero decirte adiós,

cortar de tajo esto que siento por ti,

olvidarme de tu nombre,

borrarte de mi mente,

aprender a no quererte,

a no adorarte;

pero no puedo;

no puedo por esa sensación que produces en mí,

por la adrenalina de tocar tu piel,

de sentir tu cabello,

de escuchar tus latidos,

tu abrazos únicos y esporádicos,

tus mínimos te quieros,

o las sonrisas que me das.

A veces quisiera arrancarte de mi vida,

convertirme en el casanova que dices,

enamorar sin enamorarme,

besar sin sentir,

acariciar sin sentido,

pecar sin sabor;

sin embargo, me acuso,

listo para arrojar la primera piedra,

porque te quiero,

porque no me arrancaré de ti,

porque no sé como hacerlo;

quedándome haciendo lo que sé,

sentir...

Intermitencia

Eres como la marea,

vienes y me tocas,

te alejas,

me desvistes,

te vas,

me mojas,

con esa intermitencia,

abrumas mis sentidos;

nunca sé si vienes o vas,

si voy o vengo,

si me quieres o me odias.

Eres una contradicción,

una que amo con locura,

con esas piernas delicadas,

con tu sensual sencillez de mujer,

dentro de esa mirada de niña,

con esa fiereza de femme fatal,

esa que me llevará a la ruina,

al cielo,

a esos labios que quiero besar,

a los que deseo volver,

que persigo en los recuerdos,

que vuelvo a intentar besar,

que me rechazan y me buscan,

me destruyes y me reanimas,

soledad y pasión junto a ti.

Y así, me voy y vuelvo...

Sinceramente no me sé ir,

por tus mejillas sonrojadas,

por tus piernas sensuales,

por esos destellos de ternura,

por esos momentos que me das.

Cliché

Hoy te fuiste,

o lo intentaste,

estoqueaste mi corazón;

no sé si estabas segura,

sin embargo, te fuiste.

Dejaste atrás muchas alegrías,

muchas sonrisas,

muchos besos,

unas cuántas lágrimas;

y a mí,

el otrora seguidor de tus pasos,

el creyente de tus caderas,

el escriba de tus deseos.

Hoy me quedo atrás;

me convertiste en un cliché,

en el poeta que no cree en el amor,

tal vez solo por el dolor que siente ahora,

tal vez porque no es la primera vez,

tal vez porque se entrega completamente.

Hoy te vas o lo intentas,

dejándome el cliché en los labios,

una lágrima en la espuerta,

tantos tequieros,

un arsenal de besos y caricias;

pero lo que más me duele,

me dejas un corazón cansado de latir,

medio roto y astillado,

desvencijado y herido.

Ojalá fuera mentira;

ojalá no te arrepientas;

ojalá no hubiera llorado;

ojalá que no vuelvas...

No me iré...

No me iré,

estaré aquí,

escondido entre las sombras,

en aquellos te quiero que no dijiste,

en tu moka blanco,

en tu labial oscuro,

en tus besos en la frente,

en tus canciones que me recuerdan,

ahí estaré.

Ahí, donde dicen que agua fluye pura,

en donde el amor se da,

donde las flores llenan los campos,

ahí, donde te encontraré.

Estaré ahí,

detrás de tus éxitos,

persiguiendo tu aroma en mis camisas,

saludando a la luna en tu nombre,

ahí, rogando por ti,

por tu sonrisa efímera,

por ese abrazo tardío,

por las aventuras,

por las lágrimas,

ahí estaré.

Nunca me iré,

prefiero ser inolvidable a eterno,

recordado que presente,

por eso no me iré,

porque ya vivo en ti...

Sueño

Soñaba con lunas,

con madrugadas eternas,

contigo,

conmigo;

con ese aroma a mis tabacos,

a tu perfume,

a esos besos pausados que me das,

con tu temple,

con mis sensaciones,

con ese frío de tus acciones.

Soñé también con tu indecisión,

con los desaires,

con los momentos lejanos,

con los sinsabores,

con mi soledad,

con tus miedos inmisericordes,

con mi corazón esperándote,

con la fría mañana,

con está lejanía ya cercana,

con las bulerías sobre mí,

te soñé, a ti.

Sueños mientras escribía,

sueños con sabor a chocolate,

a lo que saben tus labios,

al sentir tu piel,

tus dedos largos y delgados,

tu carita de niña,

tu corazón de hielo,

mi intento de seguir,

de nuevo, mi soledad.

Soñé por ti,

exagerando;

soñé por noches,

para ti;

soñé sin pensarlo,

por mí;

soñé que no había sueños,

soñé que eras para mí,

soñé, como un niño;

y todo resulto ser un sueño.