jueves, 13 de febrero de 2014

Del amor...

Mientras el sol incendia el alba naranja 
yo miro tu rostro hipnotizado,
lo encuentro irreal ante el taciturno entorno,
que me lleva a pensar en tu rostro, de nuevo,
y en ese lunar, y en aquella dulce voz en ti.

De nuevo me encuentro ahí, 
entre la mágica espera de un sueño robado, 
entre el estrepitoso sonido de tu voz al amar, 
entre aquel valle que se moja al besarnos.

Me encuentro solo, más no me siento así,
me miras de regreso, ríes y la calma nos acecha, 
tú estás parada ahí con mi camisa sonriendo,
debes ser una reina, o tal vez lo eres, 
tal vez soy yo quien esta muerto o soñándote. 

No lo entiendo, pero estas cosas son así, 
tú allá, yo acá, después de estar los dos en un mismo lugar, 
inentendible para las leyes de la física,
pero explicable con las leyes de la pasión.

Es entonces cuando me vuelves a mirar, 
cansada del silencio me quieres besar, 
me lo dices y suspiras, 
con ese soplo, partículas de mí salen volando,
se estrellan en las paredes de tus pechos, 
deslizándose poco a poco hasta llegar a tu vientre desnudo, 
otra vez tú y yo, otra vez aquí, 
otra vez la guerra que incendia la habitación,
otra vez la fuerza de las pasiones,
y al final sobrevivimos los dos,
entre tragos de café y copas de champagne,
entre tus dulces y helados labios,
resquicios de lugares comunes en los dos,
ruinas de corazones amados en otros tiempo,
rotos en la inmensidad de un amor contemporáneo,
coincidente en la idea de volver a pensar,
en buscar la panacea a los sentimientos
y conformados con el paliativo del amor, 
del más físico de ellos, aquél que le da cuerpo a la pasión.

Así te encontré, una vez más,
otra como tantas otras,
leyendo mientras esperas que despierte,
fumando mientras reímos los dos, 
y es así como víctimas de la pasión,
nos convertimos en victimarios del amor,
cómplices de un mismo crimen,
uno que deja una sonrisa después del ardor.

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