sábado, 15 de febrero de 2014

Centauro.

Entre la hostilidad en mi pecho se dibuja, 
sobrevive el alma de un centauro herido,
uno que se niega a morir en la soledad, 
en aquél gélido río de sentimientos y sangre.

Se aferra a luchar, 
así como el espíritu de un guerrero,
se levanta en si mismo,
un poco cansado de seguir,
de la flaqueza saca brío,
como un golpe de respiración llega,
esta frente a ese río,
aquél que ha quedado súbitamente vacío,
después de tanto amor.

Él es preso de una guerra que no es propia,
de un conflicto donde no se le llamó,
el nació del cadáver de una copa,
del corazón herido de un escritor.

Así se levanta alegre, 
con las fuerzas propias de un gran vencedor, 
extiende su brazo combatiente,
preparado para la guerra de hoy.

Un renovado brío lo llena, 
contagiando a su contenedor, 
está ya preparando la guerra,
vencerá a su ruin competidor.

Como el fénix renace de los restos,
con él, renazco yo,
esa parte de un ser interno,
que se niega a sufrir el dolor.

Hoy con un corazón centauro,
fuerte como un semidiós,
me aferro a las alegrías,
a un mundo lleno de color.

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