Vivo con la incertidumbre maldita,
de saber a que hora cierra el umbral de aquellos ojos negros,
esos que me iluminaron la noche,
que me han robado tantos suspiro,
que casi me dejan sin respirar,
de aquella ventana que mira directamente al fondo de tu alma,
que me atraviesa cientos de veces hasta desnudar mi ser.
Vivo enclaustrado en esa sonrisa perfecta,
esa que me regalaron tus labios,
de tus olas azabaches en donde naufragó mi ilusión,
en aquella figura de sirena que me a cautivado el alma,
que me mantiene embelesado a ti.
Vivo sintiendo el sabor de tus suave voz en mi oído,
de tu existir tan bello que genera tanto,
de aquella mujer escondida que vive en tu rostro inocente.
Vivo aletargado en el ritmo de tus caderas al caminar,
ese vaivén presuroso que marca el ritmo de mis latidos,
de ese suave cielo que esta en tu dulce mirar.
Sigo aquí,
tonto enamorado de la luna de tu sonrisa,
con el toro encajonado en el pecho que pregunta por ti,
cuestionándome airadamente cuando te volverá a mirar,
y cuando podrá dar en paseo en tu vientre primaveral.
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