Eres aquella llama fría que me calienta;
el hielo que entibia mis frías madrugadas;
esa sensación de quererte y alejarme;
eres tú, la diosa, la semilla y la flor.
En tus manos caben mis sueños;
en tus sueños caben mis anhelos;
en tu risa recae mi vida;
en tus labios es donde sano mi lucha.
Eres tú, ese bastión del deseo;
la cuna de mis más profundas ansias;
diosa que llena de pasiones;
semilla que fecunda mi corazón infértil;
flor que alegra mis mañanas.
Con tu fuego enfrías mis exacerbaciones;
con tu frío alimentas mi flama;
eres la contradicción perfecta;
eres a quien mi alma llama.
Al final yo me congelo dentro de tu flama;
ardo sin prisa dentro de tus caderas heladas;
me clavo en clavículas mojadas;
en ese brillo de tus ojos;
en la caída de tu cabello oscuro,
en esa sonrisa perfecta que me llena el alma;
en ti, diosa, semilla y mujer.
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