Me pides que te nombre amiga,
que desfachatez la tuya,
sabiendo que mi alma muere por tu calor,
sabiendo de mi lucha por tu amor.
Me pides que te diga amiga,
y yo simplemente sé que no es lo correcto,
el alma derritiéndose por mis letras lo sabe.
Me pides que te vea como una amiga,
pero sinceramente no puedo;
si el corazón se acelera cuando te escuchó hablar,
si la voz se quiebra cuando te miro pasar.
Me pides que te llame amiga;
me pides que acepte a un rival;
me pides que evite este sentimiento;
me pides que deje de ver luces mientras caminas;
me pides que deje de sentir;
me pides imposibles,
y aún con esa desfachatez,
me pides que te nombre amiga.
Me pides que te llame amiga;
pero sé que lo haces para motivar;
me pides que deje de verte como te veo;
me dices que no sabes porque este momento;
me dices que te hago dudar;
mientras tu voz calla tu mirada grita;
«no te atrevas a decirme amiga»
y yo como un tonto le creo;
no puedo llamarte amiga...
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