sábado, 5 de abril de 2014

Sutil esperanza...

Ante la hecatombe inevitable de lo nuestro, 
como las tinieblas del portal interior, 
insufrible como el azufroso hedor del infierno, 
poderoso como el toque de la parca, 
está una luz que atraviesa todo, 
que hace creer que no todo está perdido, 
que hace esperar lo inesperado.

Cuando esa luz atraviesa el umbral de ti, 
te logra iluminar parcialmente, 
me deja ver tu cuerpo desnudo entre las sombras, 
demonios hirientes que se apoderan del cuerpo que una vez fue mío, 
¿o aún lo es?, no lo sé, 
solo sé que ese cuerpo ahora está del otro lado de una habitación tan larga como el universo mismo, 
un espacio entre los dos, 
hecha pedazos con un bigbang que destrozó la incipiente forma de amor.

Volteo a ver al pasado y no entiendo, 
el futuro se encuentra al frente entre una niebla de inseguridad, 
el presente está clavado en las letras que escribo en la pared, 
pero, ¿qué demonios estoy escribiendo?, 
no lo sé y no lo entiendo, 
son frutos de una carrera mortal, 
de un salto de fe directo al vacío de tus ojos, 
esperando ser salvado por un ángel que se cruce entre mi camino y el suelo, 
por tu alma que apiadada de mí, descubra que mi ser,
está perdido sin ella, o junto a ella, 
pero que tenga el valor de salvar en el seno de su corazón este errante pecador.

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