martes, 29 de abril de 2014

Navegante

Soy un naufrago en la playa de tu cuerpo,
el eterno buscador de perlas en tu vientre,
un fallido marinero que encallo en ti,
su playa bendita de salvación.

Preso de aquel océano de amor,
el adicto a las tormentas perfectas,
aquellas de tus muslos blancos,
con la intempestiva brisa de ti.

El corsario de tus mares de miel,
que toca puerto en esos ojos cafés,
que desembarca en tus labios,
esos que han dicho el mejor te amo.

Soy el viejo lobo de mar,
que se ve inexperto ante ti,
su más eterno reto,
el mar de pasión de una diosa,
de su dueña.

Soy el marinero eterno de tus océanos, 
de tus mares, 
adicto a esa calma que antecede los huracanes, 
esos que se forman en tus ojos cuando me ven,
que me toman,
que hacen que encalle, 
que naufrague en esa playa tan pura,
en la playa de tu vientre,
el purgatorio de las penas del pasado,
que purgo sin sufrir,
con las puestas de sol que me regalan tus sonrisas.

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