domingo, 10 de agosto de 2014

Fuego.

La seducción nos machaca,
nos exprime, somos uno,
convertidos por fin en paz.

El tiempo nos fermenta,
nos hace vino,
excelso licor del amor,
del amor y del más grandioso deseo,
de tus muslos blancos llenos de humedad,
de tus pechos rígidos por la intensidad,
de todo el fuego de tu vientre,
ese que me incendia las manos,
que me convierte en el fénix.

Esa seducción que te transforma,
que me hace volar,
que me invita a pintar tu cuerpo,
en versos llenos de intimidad.

Que entre música lenta te muestra,
desnuda para la posteridad,
para el universo,
aquél que cabe en tu pecho,
el mismo que llevas en tu vientre,
el que me regalas con tu mirar,
candelas humeantes después de acabar,
pálidos soles que me invitan a arder,
que incendian mi soledad,
que encandecen mis entrañas,
mundos que me hacen soñar,
Y al final, tan solo explotar.

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