lunes, 21 de mayo de 2012

Olé...

Ahora entiendo que el amor es como lidiar a un toro, debes tener el temple y la paciencia para sacar el arte, además de valentía siempre, enfrentarte a tus más grandes miedos y plantarte en la cara de ese toro, sacarle pases,. pincelazos, direccionar esa bravura con la que embiste su corazón y canalizarla hacia ese pedazo de tela que es tu propio corazón, hacerlos uno, fusionarlos, para que en una bella imagen se unan en la pasión de un gran olé.

Tienes que enfrentar al amor como al toro con la mente abierta, con valor y sacarle los detalles que te permitan triunfar y salir a hombros, tienes que vencerte primero, conocerte, saber como caminas, tienes que debilitarlo, darle un puyazo de ternura, unas cuantas banderillas de detalles, tener desplantes frente a ese toro, que te hagan notar lleno de valor para que hagan que ese toro se entregue cada vez más a tu muleta.

Un triunfo no significa siempre salir a hombros, ni por más feo que se escuche, lograr que ese toro rinda, un triunfo para mi, es más parecido a una gran faena, en donde tanto el toro como el torero se funden en el ruedo, en estampas que no tienen igual, tal cual como el amor, esa unión en la que no debe existir uno que quiera más, uno que pierda y que ceda más, sino esa unión perfecta en donde ambos se entreguen igual, en donde ambos surjan airoso de un espectacular olé.

Al igual que el toro bravo, el amor te puede dar todo, pero también robarte hasta el alma, te puede permitir ser figura, pero también te puede cobrar una muy cara factura.

Tanto en el amor como en el toreo hay arte, hay muerte, hay sangre y sudor, hay triunfos y derrotas, hay premios y abucheos, pero más importante que esto, hay sentimientos.

Hoy quiero aprender a torear, amando, hoy quiero salir triunfando a tu lado después de un gran olé...

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