Hueles a sonrisas;
a café por las mañanas;
al perfume de las flores;
hueles como huele una verdadera mujer.
Sabes a belleza;
a miel en tus muslos pálidos;
a dulce en tus pechos perfectos;
sabes a lo que sabe el paraíso.
Suenas a alegría;
tu sensual voz que alegra mis mañanas;
tus gemidos perfectos;
suenas a una sinfonía de amor.
Te ves como se ve el deseo;
suave mujer despampanante,
bosquejo de perfección que dios creó;
luces igual que luce la mujer de mis sueños.
Te sientes sutil como un despertar;
cálida como un vibrante volcán;
suave como la caricia de un niño;
te sientes desde dentro de mi pecho.
Vives, dentro de mí;
aferrada a mis sentidos,
a esta loca idea de poseerte,
a la ingeniosa razón de quererte.
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