jueves, 11 de septiembre de 2014

Ironía.

Huellas poderosas de la ausencia son tus labios,
prisiones carmines de sueños robados,
de suelos impuestos a nubes altas,
de paisajes sin sol que se quejan de ti.

Lo mismo tus sutiles pupilas,
guías constantes de la luna y otros astros,
y con ellos de mi suave vida,
de ese vacío lugar donde viven tus recuerdos,
fantasmas llenos de cadenas de realidad,
malditos que me recuerdan mi soledad,
el que tú no estás.

Y luego tu hermoso cabello,
mar de oscuridad que me envuelve cada noche,
que me ahoga en su perfume mortal,
ese que me recuerda las cadenas de mi piel,
que me ata a ti con tanta fuerza,
tanta que ya me ha convencido de estar aquí,
preso en tus historias de amor,
siguiéndolas tan solo como el mediador,
muriendo de ganas por ser el protagonista,
siendo solo el personaje que mata el autor en primer momento.

Y al final sigo aquí,
preso de tus labios carmesí,
de esas pupilas que me guían a ti,
de ese mar de oscuridad que es tu cabello,
atado a la idea de mi esperanza,
la estupidez más grande del ser humano,
amar a alguien que apenas te llama.

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