miércoles, 10 de agosto de 2016

Tu escribidor...

Suaves caen las gotas tras la ventana,
idénticas a tus caricias tibias sobre mí,
a la pálida sonrisa que me llama,
al sudor sobre tu espina.

Sabes a sal,
como ese mar que se abre frente a mí;
eres dura y potente,
como la ola que rompe en el malecón. 

Y es así, como llueves sobre mí,
sobre mis brazos que te esperan,
sobre mi pecho abierto ante ti,
sobre mis mejillas paralizadas,
sobre tus recuerdos que me rondan,
sobre tu piel.

Llueves, es esa humedad que me inunda,
que nace de ti,
que baja por tus muslos y me une a ti,
el elixir que calma mi sed de amarte.

El deseo se desborda como un río,
como la parvada que busca el sur,
como aquél calor que mana de ti,
de tus dedos con los que entibias mi cuerpo.

Y al final estoy aquí,
tu fiel escribano que se siente poeta;
tu capataz sin tierras que mandar;
tu barco encallado,
tu viajero sin boleto;
tu escribidor que tan solo te quiere amar. 

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