domingo, 28 de agosto de 2016

Sin esperar...

Juraba sobre ti,
mi fundamento es la fe que tengo en tus piernas,
aquel par que me disponía para si,
que me alumbraba en cada paso que daba,
monumentos erigidos a la estética,
fulgores de esa fricción que provoca mi deseo.

Luego caminaba sobre tus labios,
aquellos límites del vórtice que me atrapa,
reducto de palabras preciosas,
vorágine de poesía en simplicidad,
sabor a mar y fresas, 
aquél sagrario de tus palabras y de las mías.

Deslizándome sobre tu vientre encontraba mi alma,
ahí donde tu piel escribe en letra de ciegos mi historia,
el umbral que envuelve tu deseo y tu sexualidad,
aquél valle vivo y fértil que emana sensualidad. 

Colgado en tus caderas moría,
reviviendo de vez en cuando,
siendo el arrebol de tu encanto sexual,
aquellos espacios perfectos para mis manos,
para sentir tu movimiento, 
para amar.

Y así te puedo describir cada espacio de tu cuerpo,
de tu sensualidad bendita al tenerla para mí,
de tu deseo sorpresivo al amarnos,
de tantas cosas que soy yo a través de ti.

Así, te puedo hacer poesía,
sin esperar que la leas;
sin contemplar tus ojos brillando mientras sonríes,
sin capturar tu suspiro mientras me piensas,
sin esperar, que sea para ti... 

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