Soy el lado oscuro de la luna,
aquél que jamás se dejará ver,
el más perecedero de los actos de dios,
ese que hoy está postrado ante ti.
Un caifán en la tierra de los elfos,
la luz que ilumina tu mirar,
o tan solo el borracho que te molesta,
eso lo decides tú.
Mientras tanto vivo ahogado entre sonetos,
entre las mil y un sinfonías de la soledad,
de aquellas odas a la alegría,
esas que recorren tu lindo mirar.
Te encuentro como una rosa en botón
a punto de explotar en belleza,
ejemplo de lo estético y natural,
diosa que envidian las musas.
Y al final con una precisión quirúrgica me besas,
te alojas en mi ventrículo izquierdo,
me haces por fin darme cuenta,
de aquella que era mi única necesidad,
o necedad,
que alguien me enseñara a usar el corazón para amar de verdad...
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